LÁGRIMAS AL BORDE DE UNA FOSA COMÚN

Exhumación de tres represaliados en Quintanilla de Combarros, León.

Diario de León/M. Almanza/25-02-2009

«Me robaron mi infancia, me lo robaron todo». Con esta frase, y con sus ojos llenos de lágrimas, recordaba ayer Laureano Marcos en Quintanilla de Combarros, en el municipio de Brazuelo, cómo un grupo de falangistas mató a su padre, Higinio Marcos Pérez, en octubre de 1936, cuando él estaba a punto de cumplir tres años de edad. «No recuerdo nada de él», se lamentaba, mientras los restos de su progenitor, y de otros dos represaliados, empezaban a ser retirados de la fosa común en la que descansaban, en el cementerio civil del pueblo.

«Teníamos verdadera necesidad de sacarlo y de darle sepultura en el panteón familiar de Destriana», explicaba ayer Laureano Marcos mientras un nieto del represaliado, Victorino Marcos, afirmaba que la exhumación de los restos «es un descanso para la familia, pero no se ha hecho justicia, porque no la hay cuando te pegan un tiro».

José Manuel Revillo, nieto de Salvador Pérez Turrado, otro de los represaliados que yacía en la fosa, destacó: «Por lo menos ahora los familiares podremos tener una partida de defunción, como la gente normal». Los hijos de este paseado «tenían mucha necesidad de saber dónde estaba su padre, para poder darle una sepultura digna».

Junto a ambos, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) exhumó ayer los restos de un tercer vecino de Destriana, Tomás Martínez Prieto, asesinado, como sus compañeros, a finales de octubre de 1936. Durante los trabajos aparecieron monedas, pedazos de tela, piezas dentales y otros objetos que, según el vicepresidente de la ARMH, Santiago Macías, pueden ayudar a la confirmación de la identidad de los represaliados, cuyos cadáveres fueron calcinados. Macías expresó su confianza en que este hecho no afecte a la identificación, que estará resuelta en dos meses, afirmó.

SEVILLA: 28 DE FEBRERO DE 2009, CONCENTRACIóN FRENTE AL TEATRO DE LA MAESTRANZA
El próximo 28 de Febrero a las 12 de la mañana, y convocado por la Coordinadora de Asociaciones de la Memoria Histórica de Andalucía (CAMHA) y las familias reunidas ante la Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía el pasado día 31 de Enero, se celebrará una CONCENTRACION frente al Teatro de la Maestranza, coincidiendo con la entrega de las medallas de Andalucía y el nombramiento de hijos predilectos, todo ello para trasladar al Gobierno Andaluz, la preocupación por la dilación en la toma de decisones en torno a las exhumaciones de fosas comunes en Andalucía, ya que desde el pasado verano solo se ha «acordado» los trabajos en torno a la fosa de la Puebla de Cazalla (Sevilla).

Foto: AMHyJA. 28.02.2008/ Día de Andalucía/ Frente Teatro de la Maestranza concidiendo con la entrega de la Medalla de Andalucía a Baltasar Garzón.
izq. a dcha: Juan Pérez Silva, Paqui Maqueda, José L. Gutierrez Molina y Cecilio Gordillo.

En Octubre de 2008, decíamos:
Esta Coordinadora, ante la ausencia de voluntad y el compromiso político inexistente de la Junta de Andalucía, para asumir la responsabilidad que le adjudica la Ley de Memoria Histórica en su apartado 13. Artículo 2: “Las administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, establecerán el procedimiento y las condiciones en que los descendientes directos de las victimas referidas en el apartado 1 del articulo 11, o las entidades que actúen en su nombre, puedan recuperar los restos enterrados en las fosas comunes correspondientes, para su identificación y eventual traslado a otro lugar”.

Y ya que esta actitud manifiesta de la Junta de Andalucía, no ha hecho hasta el momento actual otra cosa sino ralentizar y paralizar los proyectos “pendientes” y “apalabrados” de exhumación, con el compromiso de su intervención, desde hace ya demasiado tiempo sin que esa voluntad de participación se haga realidad y ante la inexistente puesta en marcha de medidas urgentes y eficaces en el marco de la Ley, que complementen la reparación, devuelvan la dignidad y hagan justicia de una vez por todas con las victimas de la Guerra Civil y del franquismo en nuestra comunidad autonómica.

Y SEGUIREMOS………

Expresar el profundo dolor, decepción y impotencia al que siguen sometidos los descendientes y familiares de las victimas del franquismo actualmente por la labor de inoperancia, falta de ayuda, sensibilidad y colaboración del ayuntamiento de la capital cordobesa, alcaldesa y gerente de la empresa municipal de cementerios a la cabeza.
Es incompresible, dado el estado actual de la situación que desde los organismos públicos, se incumplan de forma tan constante los compromisos adquiridos y la legislación vigente. Compromisos adquiridos con familias que se hayan a cientos, miles de kilómetros de aquí, familias que perdieron a sus ascendientes hace más de 72 años, en esta misma tierra, victimas del terror y la masacre más desenfrenada. Victimas de la intolerancia y la incomprensión. Y a los cuales la actual y vigente Ley de Memoria Histórica, les reconoce el derecho de conocer lo que ocurrió y el paradero de sus “desaparecidos“ y aún a pesar de que la citada Ley de Memoria Histórica, obliga a las administraciones públicas, (en este caso Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Córdoba) a facilitar a esos descendientes directos de las victimas la indagación, la localización e incluso la identificación y entrega de los restos de sus desaparecidos.
Es publico, notorio y manifiesto, además de reiterativo, el incumplimiento por parte del ayuntamiento de Córdoba de la legislación que regula estos aspectos. Máxime cuando desde el año 2002, tiene a un gran numero de familiares buscando de forma indefinida información sobre el paradero de sus seres queridos y solo reciben por respuesta, la indiferencia, el mirar para otro lado y de nuevo el pesado y desgastador olvido.
Este es el caso de la familia de Dorado Luque, de la familia de Luis Raya y de muchas, muchísimas mas familias. Son casos reiterativos de una larga y prolongada ESPERA SIN ESPERANZA, de un buscar ayuda y protección en quieres por ley están obligados a prestarla y no la prestan.
Las familias de, JOSE ARAGON PINO, ANTONIO CABELLO ALMEDA, FRANCISCO CABEZAS JIMENEZ, MANUEL CARMONA PADILLA, JUAN CECILIA ROY, JOSE MARIA DE CIRIA LOPEZ, FRANCISCO CONDE ALHAMA, JUAN JOSE JIMENEZ CABALLERO, ANTONIO JIMENEZ LUQUE, SEBASTIAN MARTINEZ MONTILLA, FRANCISCA MORALES CABELLO, ANTONIO PRIETO MARTIN, JUAN PRIETO MARTIN, FRANCISCO PRIETO MONTESINOS, LUIS PULIDO ARIZA, RAFAEL PULIDO JIMENEZ, MANUEL RIOS TOLEDANO, JUAN SOL CARMONA, RAFAEL VEGA CALZADO, ARACELI JARABO EXPOSITO y JOSE ARAGON PINO., también mantienen esa larga espera en el convencimiento de que pronto, muy pronto llegue a su fin.
Todos ellos , naturales de la localidad cordobesa de Aguilar de la Frontera, fueron asesinados aquí, en esta capital. Todos ellos, victimas de sus verdugos, que ocultaron sus cuerpos en las fosas comunes de los cementerios de San Rafael y La Salud.
AREMEHISA, espera tras la intervención de las Instituciones autonómicas, que en este sentido tienen transferidas las competencias en materia de memoria histórica, poder encontrar una solución a las insensible postura. En este sentido ya ha solicitado la intervención y mediación del actual comisario de memoria Histórica de la Junta de Andalucía, Francisco Salazar.
Por último volver de nuevo a manifestar nuestra sincera y reiterada repulsa a la actitud del ayuntamiento de Córdoba, a su forma de actuar y conducir nuestras peticiones de búsqueda de la Verdad, la Justicia y la Reparación.-

Córdoba, 17 de Febrero del 2009. Rafael Espino Navarro.- Presidente de AREMEHISA

LO QUE CUENTA LA DERROTA

febrero 16, 2009

LO QUE CUENTA LA DERROTA

Las historias contadas por las mujeres que sufrieron la represión física y moral durante la Guerra Civil y el franquismo ocupan cada vez más espacio en las librerías.

Público.es/PAULA CORROTO – Madrid – 16/02/2009

Desde hace una década, la industria editorial no ha podido resistirse a rescatar y novelar testimonios de la represión durante la Guerra Civil y el franquismo. Poco a poco, además, la voz de las mujeres cobra más presencia. La escritora ya fallecida Dulce Chacón fue una de las primeras en tratar el tema con La voz dormida (1998), novela que recogía con una sugerente y estilizada prosa las voces reales de aquellas que sufrieron la cárcel franquista. Desde entonces, han sido muchos (sobre todo, muchas) los que no se han resistido a indagar en estas historias de miedo, venganza e incluso épica. Y de enfrentarse a la pregunta ¿cómo contar la Guerra Civil a partir de testimonios?

«Tener una buena historia no te garantiza nada. Al final, uno depende de uno mismo y de su talento. Y no se puede olvidar que los testimonios mienten como bellacos».

Hay que cuidarse de las historias reales, porque no todo es verdad
Esta es la premisa que manejó el escritor Jesús Ferrero (Zamora, 1952) para su libro Las trece rosas (2003), la novela que puso al descubierto el asesinato de 13 menores inocentes poco después de finalizar la Guerra Civil.

Aquello era una joya, pero tenía ante sí una tarea más complicada: trasladar el dolor de la muerte injusta al papel impreso para convertirlo en una narración que fuera más allá de la fría prosa de la tesis académica o de la profusión de datos del reportaje periodístico.

La profesora de Literatura en el Instituto Velázquez de Sevilla, Pura Sánchez (Benalúa, Granada), publica ahora, Individuas de dudosa moral. 1936-1958 (editorial Crítica), un ensayo poco típico donde se entretejen historias reales de mujeres que sufrieron la represión franquista y que tiene el don de leerse como una amena novela.

Aunque duela, el escritor debe entrar en el alma de los personajes
En su investigación, realizada en los archivos del Tribunal Militar de Sevilla, encontró innumerables historias, sentencias y números. Sin embargo, según cuenta desde su casa sevillana, a pesar de manejar 90.000 fichas casi inteligibles, su punto de partida estaba bien definido: «Lo que me interesaba era poner de relieve que la represión que habían sufrido ellas era muy distinta a la de ellos, porque a ellas se les atacó desde el punto de vista de la moral». También sabía otra cosa: «El relato lo tenía que hacer mío desde el principio». El ensayo no podía ser así una sucesión de testimonios.

Personajes al desnudo

Uno de los factores más importantes cuando un escritor maneja información tan sensible es conocer a fondo el interior de los personajes para volver a reconstruirlos. Jesús Ferrero pone un ejemplo: «Cuando yo me planté ante las 13 rosas, descubrí que una de ellas, Carmen, tenía una enfermedad cardiaca, por lo que, al tener esa espada de Damocles constante, su experiencia en la cárcel debía ser narrada de forma distinta a la de las otras chicas». Hay que ponerse en la piel. Aunque al escritor le duela.

Un problema es la comunicación; muchas mujeres fueron anuladas
La periodista y escritora Llum Quiñonero (Alicante, 1954), que se deslizó entre historias de mujeres alicantinas de aquellos años de conflicto civil Nosotras que perdimos la paz (Foca, 2005); también se hizo un documental, Mujeres del 36, manifiesta que fue al intentar comprender a los personajes reales donde halló unas de las mayores dificultades.

La comunicación no fue sencilla porque se dio cuenta de que todas aquellas personas habían vivido en un mundo donde su propia historia les había sido negada. Romper esa barrera, «establecer una confianza plena y contarlo de una manera respetuosa fue bastante complicado», explica.

El punto de vista cambia cuando la represión se ha sufrido en las propias carnes. Juana Salabert fue una niña exiliada. Su padre, el periodista Miguel Salabert, tuvo que huir a París tras la Guerra, y allí fue donde ella nació y creció «viendo las grandes diferencias que existían entre la derecha francesa y la España franquista».

«Es necesario resaltar el coraje de las que sufrieron», dice Pura Sánchez
A pesar de entrar en el terreno de la anécdota, la escritora nunca olvidará «la vulgaridad masculina que se veía en las calles españolas» cada vez que regresaba a España para visitar a su familia.

El horror de nacer lejos de su país o de, simplemente, ser hija de represaliados le llevó a escribir Hijas de la ira. Vidas rotas por la Guerra Civil (Seix Barral, 2005), donde se encuentra su propia historia.

Para Salabert, que también ha publicado otras obras totalmente de ficción ambientadas en la Guerra como La noche ciega, era la forma de dignificar a aquellas niñas y adolescentes que habían sufrido tanto el conflicto como la primera época de la dictadura. «Algo que sí había vivido yo», comenta.

El morbo puede estar presente en muchos relatos y hay que evitarlo
Una de las características en todos estos libros es la admiración hacia sus protagonistas. Pura Sánchez, la autora de Individuas de dudosa moral, sostiene que no pudo impedir «resaltar el coraje de estas mujeres y la lucha contra toda desesperación».

Leyó sobre muchas y habló con otras como María González, que ahora tiene 84 años, y cuando comprobó que seguía teniendo una firmeza y una coherencia impresionante, sintió que tenía que incidir en ello. «Además, es una heroicidad muy poco reconocida porque parece que la épica que vale es la del hombre, que consiste en perder la vida en el intento». Llum Quiñonero insiste en que los testimonios de las mujeres que vivieron la guerra «son los de heroínas». Por eso, no se trata de inventar nada, sino de dejarlas que hablen. «Ese es su papel», dice.

Jugar con la ficción y apartarse de los hechos es otra posibilidad para tratar el material de los testimonios. Eso es lo que hizo Jesús Ferrero, quien se embarcó en el género de la novela en vez de en el del ensayo, lo que le proporcionó, además, una nueva herramienta de trabajo: la deducción. Y con buenos resultados: «Debo decir que ninguno de los familiares de las 13 rosas se ha quejado nunca de mi novela», afirma.

Si se habla de las mujeres, también hay que hacerlo de las falangistas

La melodía narrativa

Cuando se trabaja con la vida, el tono de la narración es muy importante. Mucho más cuando se trata de testimonios trufados de sangre y humillaciones el relato de las mujeres rapadas es constante.

Según apuntan los escritores consultados, hay que atenerse a la rigurosidad, ya que el gran error es caer en el melodrama, en el sentimentalismo o incluso en el morbo. Este último fue precisamente uno de los peligros con los que se encontró Carmen Domingo (Barcelona, 1970) en su libro Mi hija Hildegart (Destino, 2008), que recrea el famoso asesinato de Hildegart Rodríguez, de 18 años, a manos de su madre, en 1933. Un suceso plagado además de cuestiones políticas.

Para huir del sensacionalismo, se centró en las informaciones aparecidas en el periódico La Tierra e intentó remarcar el ambiente político y cultural de entonces.

El peligro ideológico

La ideología es otro de los dilemas de aquellos escritores que trabajan con testimonios. La memoria siempre es selectiva. Llum Quiñonero sostiene que precisamente por esta razón nunca quiso dejarse llevar por el relato político, «sino por lo humano y personal. Por eso, las vivencias que recogí eran muy diferentes».

Carmen Domingo también siente que debe existir una distancia y una cierta autocrítica cuando se trata de narrar hechos reales. De hecho, en su libro Coser y cantar (Lumen, 2007), que narra la situación de las mujeres desde el fin de la Guerra hasta 1961, se centra en las mujeres falangistas y ella señala que tiene muy poco que ver con ellas «porque también formaron parte de la historia. No se puede hablar de mujeres sin nombrarlas a ellas».

De ahí que lance una piedra a las editoriales: «Después de innumerables libros sobre Manuel Azaña, ¿para cuándo una buena biografía de Pilar Primo de Rivera?». Una biografía quizá no, pero sí hay una entrevista de Prometeo Moya con ella: Ultimas conversaciones con Pilar Prim o de Rivera (Caballo de Troya).

La profesora Pura Sánchez, autora de Individuas de dudosa moral, reconoce que es difícil soslayar la propia ideología cuando se trabaja con temas históricos, pero hay que intentarlo. Aunque a uno mismo le moleste. » Yo no puedo dejar de contar, por ejemplo, que todos los republicanos consideraban el tema de la igualdad», argumenta Sánchez.

Todavía quedan muchos testimonios por contar. Apenas se sabe nada de cómo eran las relaciones en el frente. El problema son las fuentes. No van a estar ahí para siempre.

febrero 16, 2009

LO QUE CUENTA LA DERROTA

Las historias contadas por las mujeres que sufrieron la represión física y moral durante la Guerra Civil y el franquismo ocupan cada vez más espacio en las librerías.

Público.es/PAULA CORROTO – Madrid – 16/02/2009

Desde hace una década, la industria editorial no ha podido resistirse a rescatar y novelar testimonios de la represión durante la Guerra Civil y el franquismo. Poco a poco, además, la voz de las mujeres cobra más presencia. La escritora ya fallecida Dulce Chacón fue una de las primeras en tratar el tema con La voz dormida (1998), novela que recogía con una sugerente y estilizada prosa las voces reales de aquellas que sufrieron la cárcel franquista. Desde entonces, han sido muchos (sobre todo, muchas) los que no se han resistido a indagar en estas historias de miedo, venganza e incluso épica. Y de enfrentarse a la pregunta ¿cómo contar la Guerra Civil a partir de testimonios?

«Tener una buena historia no te garantiza nada. Al final, uno depende de uno mismo y de su talento. Y no se puede olvidar que los testimonios mienten como bellacos».

Hay que cuidarse de las historias reales, porque no todo es verdad
Esta es la premisa que manejó el escritor Jesús Ferrero (Zamora, 1952) para su libro Las trece rosas (2003), la novela que puso al descubierto el asesinato de 13 menores inocentes poco después de finalizar la Guerra Civil.

Aquello era una joya, pero tenía ante sí una tarea más complicada: trasladar el dolor de la muerte injusta al papel impreso para convertirlo en una narración que fuera más allá de la fría prosa de la tesis académica o de la profusión de datos del reportaje periodístico.

La profesora de Literatura en el Instituto Velázquez de Sevilla, Pura Sánchez (Benalúa, Granada), publica ahora, Individuas de dudosa moral. 1936-1958 (editorial Crítica), un ensayo poco típico donde se entretejen historias reales de mujeres que sufrieron la represión franquista y que tiene el don de leerse como una amena novela.

Aunque duela, el escritor debe entrar en el alma de los personajes
En su investigación, realizada en los archivos del Tribunal Militar de Sevilla, encontró innumerables historias, sentencias y números. Sin embargo, según cuenta desde su casa sevillana, a pesar de manejar 90.000 fichas casi inteligibles, su punto de partida estaba bien definido: «Lo que me interesaba era poner de relieve que la represión que habían sufrido ellas era muy distinta a la de ellos, porque a ellas se les atacó desde el punto de vista de la moral». También sabía otra cosa: «El relato lo tenía que hacer mío desde el principio». El ensayo no podía ser así una sucesión de testimonios.

Personajes al desnudo

Uno de los factores más importantes cuando un escritor maneja información tan sensible es conocer a fondo el interior de los personajes para volver a reconstruirlos. Jesús Ferrero pone un ejemplo: «Cuando yo me planté ante las 13 rosas, descubrí que una de ellas, Carmen, tenía una enfermedad cardiaca, por lo que, al tener esa espada de Damocles constante, su experiencia en la cárcel debía ser narrada de forma distinta a la de las otras chicas». Hay que ponerse en la piel. Aunque al escritor le duela.

Un problema es la comunicación; muchas mujeres fueron anuladas
La periodista y escritora Llum Quiñonero (Alicante, 1954), que se deslizó entre historias de mujeres alicantinas de aquellos años de conflicto civil Nosotras que perdimos la paz (Foca, 2005); también se hizo un documental, Mujeres del 36, manifiesta que fue al intentar comprender a los personajes reales donde halló unas de las mayores dificultades.

La comunicación no fue sencilla porque se dio cuenta de que todas aquellas personas habían vivido en un mundo donde su propia historia les había sido negada. Romper esa barrera, «establecer una confianza plena y contarlo de una manera respetuosa fue bastante complicado», explica.

El punto de vista cambia cuando la represión se ha sufrido en las propias carnes. Juana Salabert fue una niña exiliada. Su padre, el periodista Miguel Salabert, tuvo que huir a París tras la Guerra, y allí fue donde ella nació y creció «viendo las grandes diferencias que existían entre la derecha francesa y la España franquista».

«Es necesario resaltar el coraje de las que sufrieron», dice Pura Sánchez
A pesar de entrar en el terreno de la anécdota, la escritora nunca olvidará «la vulgaridad masculina que se veía en las calles españolas» cada vez que regresaba a España para visitar a su familia.

El horror de nacer lejos de su país o de, simplemente, ser hija de represaliados le llevó a escribir Hijas de la ira. Vidas rotas por la Guerra Civil (Seix Barral, 2005), donde se encuentra su propia historia.

Para Salabert, que también ha publicado otras obras totalmente de ficción ambientadas en la Guerra como La noche ciega, era la forma de dignificar a aquellas niñas y adolescentes que habían sufrido tanto el conflicto como la primera época de la dictadura. «Algo que sí había vivido yo», comenta.

El morbo puede estar presente en muchos relatos y hay que evitarlo
Una de las características en todos estos libros es la admiración hacia sus protagonistas. Pura Sánchez, la autora de Individuas de dudosa moral, sostiene que no pudo impedir «resaltar el coraje de estas mujeres y la lucha contra toda desesperación».

Leyó sobre muchas y habló con otras como María González, que ahora tiene 84 años, y cuando comprobó que seguía teniendo una firmeza y una coherencia impresionante, sintió que tenía que incidir en ello. «Además, es una heroicidad muy poco reconocida porque parece que la épica que vale es la del hombre, que consiste en perder la vida en el intento». Llum Quiñonero insiste en que los testimonios de las mujeres que vivieron la guerra «son los de heroínas». Por eso, no se trata de inventar nada, sino de dejarlas que hablen. «Ese es su papel», dice.

Jugar con la ficción y apartarse de los hechos es otra posibilidad para tratar el material de los testimonios. Eso es lo que hizo Jesús Ferrero, quien se embarcó en el género de la novela en vez de en el del ensayo, lo que le proporcionó, además, una nueva herramienta de trabajo: la deducción. Y con buenos resultados: «Debo decir que ninguno de los familiares de las 13 rosas se ha quejado nunca de mi novela», afirma.

Si se habla de las mujeres, también hay que hacerlo de las falangistas

La melodía narrativa

Cuando se trabaja con la vida, el tono de la narración es muy importante. Mucho más cuando se trata de testimonios trufados de sangre y humillaciones el relato de las mujeres rapadas es constante.

Según apuntan los escritores consultados, hay que atenerse a la rigurosidad, ya que el gran error es caer en el melodrama, en el sentimentalismo o incluso en el morbo. Este último fue precisamente uno de los peligros con los que se encontró Carmen Domingo (Barcelona, 1970) en su libro Mi hija Hildegart (Destino, 2008), que recrea el famoso asesinato de Hildegart Rodríguez, de 18 años, a manos de su madre, en 1933. Un suceso plagado además de cuestiones políticas.

Para huir del sensacionalismo, se centró en las informaciones aparecidas en el periódico La Tierra e intentó remarcar el ambiente político y cultural de entonces.

El peligro ideológico

La ideología es otro de los dilemas de aquellos escritores que trabajan con testimonios. La memoria siempre es selectiva. Llum Quiñonero sostiene que precisamente por esta razón nunca quiso dejarse llevar por el relato político, «sino por lo humano y personal. Por eso, las vivencias que recogí eran muy diferentes».

Carmen Domingo también siente que debe existir una distancia y una cierta autocrítica cuando se trata de narrar hechos reales. De hecho, en su libro Coser y cantar (Lumen, 2007), que narra la situación de las mujeres desde el fin de la Guerra hasta 1961, se centra en las mujeres falangistas y ella señala que tiene muy poco que ver con ellas «porque también formaron parte de la historia. No se puede hablar de mujeres sin nombrarlas a ellas».

De ahí que lance una piedra a las editoriales: «Después de innumerables libros sobre Manuel Azaña, ¿para cuándo una buena biografía de Pilar Primo de Rivera?». Una biografía quizá no, pero sí hay una entrevista de Prometeo Moya con ella: Ultimas conversaciones con Pilar Prim o de Rivera (Caballo de Troya).

La profesora Pura Sánchez, autora de Individuas de dudosa moral, reconoce que es difícil soslayar la propia ideología cuando se trabaja con temas históricos, pero hay que intentarlo. Aunque a uno mismo le moleste. » Yo no puedo dejar de contar, por ejemplo, que todos los republicanos consideraban el tema de la igualdad», argumenta Sánchez.

Todavía quedan muchos testimonios por contar. Apenas se sabe nada de cómo eran las relaciones en el frente. El problema son las fuentes. No van a estar ahí para siempre.

CONCENTRACIÓN FRENTE AL AYUNTAMIENTO DE CÓRDOBA EL MARTES 17 A LAS 19,OOH CON FOTOGRAFÍAS DE DESAPARECIDOS A TAMAÑO A3 O MÁS por “la falta de voluntad política y de la más elemental sensibilidad de las que está haciendo gala” al “seguir dilatando los permisos para permitir la recuperación de los restos del diputado socialista por Málaga, Luis Dorado Luque, fusilado en Córdoba” al inicio de la Guerra Civil.
Rafael Espino Navarro.-
AREMEHISA.- (Asociación para la Recuperación de la memoria Histórica de Aguilar de la Frontera (Córdoba).-

DESAPARECIDOS SIN DOCUMENTAR

Hoy por hoy, trascurridos ya más de 73 años de los acontecimientos ocurridos, durante la represión ejercida en el golpe de estado del año 1936, parece inconcebible que nuestros políticos sigan sin mover ni un solo dedo para devolver la reparación y la dignidad a las personas desaparecidas en aquellos oscuros días y que fueron pioneros en la defensa de las libertades y la democracia que actualmente todos nosotros disfrutamos. A esa desaparición física, también se unió la desaparición documental, pues solo y en el mejor de los casos se registró un tercio de los asesinatos cometidos. Y como consecuencia de ello cintos de miles de personas todavía tras mas de siete décadas siguen sin tener su “desaparición documentada”. A todos los efectos legales son “desaparecidos”. Personas con fecha y documentación de nacimiento que carecen del más absoluto y único documento de defunción. Cientos de miles de personas, de familias, de familiares que deben de seguir soportando la desaparición documental de sus abuelos, de sus esposos o de sus padres, la desaparición física y legal a la que el franquismo les condeno de por vida ( y también en muerte). Nuestras leyes siguen amparando esa desaparición documental al no permitir la inscripción de su muerto en los registros civiles, un acto execrable de desprecio por la mas elemental moralidad. A nuestras abuelas se les pudo permitir realizar esas inscripciones, durante la dictadura, a todas y cada una de ellas, que de forma insistente fueron acercándose a los distintos juzgados para que su situación de viudedad se legalizara. Y todas y cada una de ellas se negó rotundamente a inscribir la desaparición de su marido, el asesinato de su esposo como “muerte natural” , aún a riesgo de padecer la intimidación y el chantaje al que fueron sometidas. Sus hijos hubieron de hacer el servicio militar, no se pudieron librar del mismo por ser “hijos de viuda” , y ellas jamás pudieron acceder al cobro de la mísera pensión a la que el estado después de décadas de olvido y abandono las hizo beneficiarias de su condición. No, jamás renunciaron a la dignidad y la valentía, jamás se sometieron a la humillación y la postración de permitir que el asesinato ilegal fuese encubierto y consentido por ellas mismas en un documento legal. Fue quizás su último acto de justicia con sus muertos., con sus desaparecidos. Unos desaparecidos, que hoy más que nunca claman su derecho dejar de serlo. Su derecho constitucional, su derecho legal a que sus muertes se documenten. Su inscripción ya hoy no se realizara bajo actos de chantaje o intimidación , pero si de justicia y dignidad. Una justicia que tarda mucho, demasiado en llegar y una dignidad, que solo sus familias han sabido conservar. Hora es ya de que el estado democrático les reconozca ese derecho, de que el estado actual termine de una vez por todas con esa amnesia documental. Las familias, las asociaciones, los colectivos implicados así se lo reclaman. Seguir obviando el problema, seguir ignorándolo y mirando para otro lado, no hace sino aumentar el sufrimiento y el dolor de las familias.

Familias, que aún hoy, siguen llamando a las puertas de las juzgados para inscribir a “sus muertos” , setenta y tres años después de que estos comenzasen a serlo. Es dantesco, es nunca mejor empleado el término “ de juzgado de guardia”. Sigue siendo vergonzoso y humillante, pero esta vez la humillación y la vergüenza habrían de hacer sonrojarse al país, al país que les vio nacer y también morir y que se jacta internacionalmente de ser un ejemplo de libertad y tolerancia pero también de impunidad y olvido.

Aguilar de la Frontera, 6 de febrero del 2009.-

Rafael Espino Navarro.- Presidente de AREMEHISA

CóRDOBA.-CNT CRITICA LA «FALTA DE VOLUNTAD POLíTICA» DEL CONSISTORIO PARA EXHUMAR LOS RESTOS DE LUIS DORADO.
Córdoba.-CNT critica la «falta de voluntad política» del Consistorio para exhumar los restos de Luis Dorado

CÓRDOBA, 2 Feb. (EUROPA PRESS) –

CNT-Córdoba criticó hoy al Ayuntamiento de la capital por «la falta de voluntad política y de la más elemental sensibilidad de las que está haciendo gala» al «seguir dilatando los permisos para permitir la recuperación de los restos del diputado socialista por Málaga, Luis Dorado Luque, fusilado en Córdoba» al inicio de la Guerra Civil.

A través de un comunicado, dicho sindicato se refirió de esta forma a las recientes declaraciones de la alcaldesa, Rosa Aguilar (IU), afirmando que el Consistorio «tiene voluntad de responder a los familiares de Luis Dorado Luque», pero que hay que esperar al desarrollo final del protocolo, ya aprobado por el Consejo de Ministros, «para la realización de las exhumaciones», ya que en el mismo «quedarán perfectamente delimitadas cuáles son las competencias de cada una de las administraciones, dónde se residencian las decisiones» y cómo llevarlas a la práctica.

A juicio de CNT, la necesidad de esperar al desarrollo por Gobierno central del referido protocolo para que se determine cuál será el papel de los ayuntamientos en materia de exhumaciones no es más que una «excusa», ya que la «falta de ese protocolo no ha frenado las numerosísimas exhumaciones hechas hasta ahora en España, en ayuntamientos gobernados por el PSOE, IU y también del PP, como el caso del antiguo cementerio de Málaga, con lo que la conclusión es simple: solo hace falta voluntad política y un poquito de sensibilidad, que no tiene, desde luego, el Ayuntamiento de Córdoba».

Además, según recordó el sindicato, «en el caso de Carmen Dorado y Antonio Gutiérrez, hija y nieto, respectivamente, de Luis Dorado Luque, ni siquiera se pide al Ayuntamiento un duro, ni una gestión, ya que a la familia le fue concedida una subvención por la Junta de Andalucía (Ministerio de la Presidencia) para este menester. Tampoco es necesaria la intervención de un juez, ya que según la Ley de Memoria Histórica (Ley 52/2007) ensu artículo 11.1: ‘Las administraciones públicas facilitarán a los descendientes directos de las víctimas las actividades de indagación, localización e identificación de desaparecidos’, de modo que sólohace falta voluntad política».

5.000 FUSILADOS

Por otro lado, la asociación ‘Todos los nombres’, vinculada al sindicato CGT, anunció hoy, a través de un comunicado, que, hasta el momento, en ‘www.todoslosnombres.org’ se recogen «los nombres y datos básicos de cerca de 2.000 cordobeses que fueron víctimas del franquismo», según la información procedente de «diferentes investigadores, historiadores y familiares de las víctimas», confiando que «en los dos próximos meses dicho número alcanzará los 5.000 nombres».

De momento, se ha incorporado a la base de datos de ‘www.todoslosnombres.org’ una relación de «469 víctimas de la represión franquista en los municipios cordobeses de Benamejí, Cabra, Carcabuey, Doña Mencía, Encinas Reales, Iznájar, La Carlota, La Rambla, Luque, Montemayor, Monturque, Nueva Carteya, Priego de Córdoba y Santaella».

La información, en este último caso y que ha hecho llegar la cifra de «víctimas de la represión franquista» hasta las citadas 2.000 personas, procede de la investigación realizada por el historiador Francisco Moreno Gómez, autor de la monografía de reciente publicación ‘1936: El genocidio franquista en Córdoba’.